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Tel Aviv II

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 Por Claudio Sprejer Y ahora las sensaciones son encontradas, media familia allá y media acá. - Qué estás haciendo? - Estoy tomando mate en la playa -  contesta mi hijo desde allá. Entonces, me viene a la cabeza el Mediterráneo, el sol, la arena finita y el mar calmo y transparente, el ruido de los paletazos y, a lo lejos, los grupos de gente haciendo Rikudim. El danzarín que va a demostrar lo que sabe, el chambón, la parejita, los nenes, los abuelos. Todos danzando en enormes coreografías llamativamente coordinadas tal como afinadas suenan las hinchadas nuestras con sus cánticos en las canchas de fútbol. Ayer a media tarde tuve un minuto de preocupación, leí que hubo un atentado en pleno centro, en la Dizenhoff. Un tipo empezó a disparar, fusil en mano, a cualquiera. Dicen las crónicas que mató a dos e hirió a nueve, también dicen que se escapó, que lo están buscando, que suspendieron momentáneamente los transportes en Tel Aviv y alrededores... - Todo bien, pa. Uno igualmente confía,

Tel Aviv

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Por Claudio Sprejer Como si fuera hoy.   Tomo mi birome para zurdos (y no es menor esta mención) y decido escribir. Escribir porque estoy en un día de pleno sol en invierno (¿invierno?) de Tel Aviv. Estoy recostado en una reposera de cara a febo porque, al fin y al cabo, Grecia se encuentra casi enfrente, y, con el Mediterráneo aplacado, tranquilito, muy tranquilito a mi derecha. Tengo un termo de agua caliente y el mate a mi izquierda. Mi hija pone en su Spotify un tema de uno de esos grupos nuevos con nombres extraños ("Usted señálemelo", se llama). Ni lo conozco pero me suena a otros que ya escuché, de ritmo cansino, despacioso y calmo como el momento en el que estoy. La canción habla de agua como la del sonido del mar que estoy escuchando. Por un momento miro mis pies, baqueteados, ampollados de tanto caminar y entendiendo que ellos me agradecen el estar disfrutando de este airecito de mar. La arena es finita y limpia, veo a los señores pasando el rastrillo con el dete