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¿Quiénes somos?

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Somos un grupo (chiquito, no te vayas a creer) de docentes o no, cooperativos forzados o por vocación, claros o confundidos en vías de encontrar mayores claridades y confusiones. No sabemos totalmente lo que queremos (aunque últimamente creemos saberlo) pero avanzamos porque empezamos a saber lo que no queremos, de ahí la aparición del concepto de “deCeducar”. Sin querer romper muros como Roger Waters (en el fondo sí queremos romper, para qué mentir) pero imaginando una educación sin aulas fijas, sin lugares fijos, sin esquemas pre-armados por intelectuales carentes de contacto con alumnos y de empatía, somos utópicos, no fuimos, somos ni seremos burócratas; queremos movernos y mover, y queremos remover también de una vez por todas el sarro del fondo. Somos inteligentes colectivos de colectivo y tenemos ganas de decir algo, o de generar un espacio para que otros digan, salir del molde, deCeducar… Nota: Últimamente, digamos que en los últimos, no sé, dos o tres años, no hubo mayor (ni

El cumplir, entrega 7, "Feigl"

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  Por Claudio Sprejer 1. En medio de las brumas del tiempo, en los confinados rincones del imperio ruso, entre los bosques frondosos y los campos estériles se encuentra la aldea de Sataniv. Un lugar que se yergue como un testamento a la resistencia, pero también como un monumento a la desesperación. Aquí, en este remanso de pobreza y persecución, se desarrolla la vida de Feigl, una madre judía cuyo destino se entrelaza con el de su gente y su tierra. Cada día en Sataniv comienza con el mismo ritual: el sol apenas asoma sobre el horizonte, y Feigl se levanta antes del amanecer para encender la vela en honor al nuevo día. Con manos temblorosas, recita las antiguas bendiciones mientras el suave resplandor ilumina la modesta habitación de su casa. Es un acto de fe, de conexión con algo más grande que ella misma, algo que ha sostenido a su pueblo a lo largo de los siglos de persecución y sufrimiento. Después de la ceremonia matutina, Feigl se sumerge en las tareas del hogar. La escasez de a

El cumplir, entrega 6, "El guardapolvo"

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Por Claudio Sprejer  En el corazón de Barracas, Buenos Aires al sur, el conventillo que albergaba a la familia de Josef se veía inmerso en una realidad implacable. La conflictos de conducta de Josef habían dejado a Becky virtualmente sola, hipotéticamente a cargo de cinco hijos en medio de las deudas de juego generadas por la bohemia del pianista de orquesta que tocaba en los números vivos del cine de día con el mismo ahínco que se jugaba el dinero ganado en inútiles juegos de  póquer de noche. La ausencia de figuras de autoridad habían dejado a cada hijo en una búsqueda personal que tenía caminos azarosos no necesariamente rectos ni morales. Hilda, la primogénita de las mujeres, era varios años mayor que Susana, quien afrontaba su propia batalla en busca de la educación y la realización personal. La familia, marcada por cicatrices visibles de adultos que no lograban enterrar sus pasados sufrientes y que tampoco terminaban de adaptarse a la vida porteña, lidiaba con las adversidades c

"El cumplir", capítulos 1 al 6

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  Por Claudio Sprejer  1. San Petersburgo  https://deceducandoalsur.blogspot.com/2023/12/el-cumplir-entrega-i.html 2. Viejo pajero https://deceducandoalsur.blogspot.com/2024/01/el-cumplir-entrega-2-viejo-pajero.html 3. El arco https://deceducandoalsur.blogspot.com/2024/01/el-cumplir-entrega-3-el-arco.html  4. La mirada https://deceducandoalsur.blogspot.com/2024/01/entrega-4-la-mirada.html 5. El jefe https://deceducandoalsur.blogspot.com/2024/02/el-cumplir-entrega-5-el-jefe.html 6. El guardapolvo  https://deceducandoalsur.blogspot.com/2024/02/el-cumplir-entrega-6-el-guardapolvo.html

El cumplir, entrega 5: El jefe

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 Por Claudio Sprejer En las sombras del atardecer, el jefe, inmerso en su entrenamiento meticuloso, trota en busca de algún récord que sólo él conoce. Mientras deja atrás edificios, plazas y aceras, lleva consigo una carga invisible, quizás algún suceso del pasado, o alguna culpa que teje las sombras de su personalidad. Cada repetición, cada ejercicio de elongación posterior al trote, parece una búsqueda de control desesperada, como si correr fuera a apaciguar la angustia que anida en las profundidades de su ser. En la mesa familiar, la obsesión por el control alimenticio adquiere nuevos matices que sólo él conoce. Sus precarias elecciones culinarias disfrazadas de un comer sano parecen una barricada contra la ansiedad, como si cada bocado fuera un intento de mitigar la misma sombra que lo persigue al trotar, o al elongar, o al ordenar esos cientos de archivos de su computadora del banco, esa sombra se cierne sobre su alma. El entorno, ajeno a este tormento silencioso, solo atisba la r

El cumplir, entrega 4, "La mirada"

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 Por Claudio Sprejer  En un atardecer de primavera, Josef, el joven soldado del vasto ejército ruso, regresó a su aldea natal en la Rusia central tras una licencia otorgada por los estragos de la guerra. El sol, envuelto en tonalidades doradas y naranjas, se despedía en el horizonte, pintando de ambarinos reflejos los campos que se extendían infinitos. Josef, recuperaba sus sueños de pianista, llevando consigo en su alma las notas de un piano Estonia. Aunque vestía el uniforme militar, sus manos ocupadas de mochilas y petates delataban el cuidado y la sensibilidad del músico. Cada paso hacia la aldea resonaba con la sinfonía de sus sueños, mientras la guerra y la música danzaban como en un combate en su interior. Durante su licencia, Josef buscaba respuestas y consuelo en la melódica tradición de su familia. Las melodías de su piano imaginario resonaban en su mente, entrelazándose con los recuerdos de la aldea cual pentagrama de su vida. La aldea, un tapiz de campos dorados que se exte

El cumplir, entrega 3, “El arco”

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 Por Claudio Sprejer En el corazón de Buenos Aires, el conventillo en donde vivía la familia de Josef cobraba vida en medio de calles polvorientas, algunas de ellas adoquinadas, y murmullos que evocaban la esencia de la época. El edificio de paredes desgastadas y balcones de hierro forjado se erigía con la majestuosidad desgastada de una era pasada, donde las voces de los inquilinos se entrelazaban en una sinfonía única. En este escenario, el patio del conventillo se convertía en el epicentro de las diferentes vidas familiares. Los colores desvaídos de las paredes se mezclaban con la luz de la tarde, creando una atmósfera que impregnaba cada rincón del barrio. Susana, la joven que se perdía entre las cuerdas de su violoncello, desplegaba su empeño en medio de las complicadas notas que intentaba domar. A diferencia de sus hermanos mayores, quienes se sumergían en la música con naturalidad, ella encontraba en el estudio una vía de expresión, un deseo fuerte de querer ser. Las risas de Sa

El cumplir, entrega 2, "Viejo pajero"

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 Por Claudio Sprejer Buenos Aires, la ciudad de contrastes y laberintos urbanos, se alzaba como el escenario contemporáneo de las tribulaciones de Alexei, nieto de Josef. Mientras pedaleaba con buena cadencia rumbo al banco, un poco miraba de reojo los edificios de tinte español de la Avenida de Mayo, y otro poco intentaba ordenar en su cabeza por enésima vez la cuenta de sus ahorros que él destinaría a aquellas deseadas vacaciones por los lagos del sur. Las luces titilantes de la oficina apenas lograban iluminar el oscuro rincón donde Alexei, sumido en sus tareas diarias, se enfrentaba a la tiranía disfrazada de superioridad. Su jefe, un hombre que destilaba arrogancia y crueldad con cada palabra, lo sometía a un maltrato psicológico que se alimentaba de una extraña dualidad. En un instante, podía despedazarlo con comentarios hirientes, y al siguiente, intentar envolverlo en una efímera capa de afecto manipulador. Esa mañana, mientras revisaba una importante cantidad de informes finan